viernes, 24 de mayo de 2013

Una mujer como Pandora


El estudio de la mujer en Grecia y Roma es sumamente complicado por tratarse de una situación casi anónima y porque las noticias que tenemos de ellas , casi siempre, proceden de textos escritos por hombres. Lógicamente éstos muestran la ideología propia de la época: la discriminación de la mujer. 
Aristóteles, el gran filósofo, por ejemplo considera a la mujer materia frente al hombre que forma parte del espíritu, excluyéndola, por tanto, del lógos (la lógica y la razón) justificando así su situación discriminada en esta sociedad. Leamos este texto: 
 “La naturaleza, teniendo en cuenta la necesidad de la conversación, ha creado unos seres para mandar y otros para obedecer. (...). La naturaleza ha fijado la condición especial de la mujer y la del esclavo (...). Estas dos asociaciones, la del señor y la del esclavo, la del esposo y la mujer, son las bases de la familia y Hesíodo lo ha dicho muy bien: La casa, la mujer y después el buey arador, porque el pobre no tiene otro esclavo que el buey. La asociación natural y permanente es la familia; la asociación de muchas familias (...) es el pueblo. (...). La asociación de muchos pueblos forma un estado completo.”. 
Aristóteles, La Política,I, 1. 
Hesíodo intentó explicar también el origen y el papel de los hombres en el mundo en otro libro llamado “Los Trabajos y los días”. En él nos cuenta como aparecen los hombres y dice lo siguiente: 

 “ Al principio, los dioses que habitan en el Olimpo crearon una estirpe dorada de hombres mortales. Estos hombres vivieron aún cuando Cronos reinaba en el Cielo y vivían como dioses, libres de toda preocupación, fatiga y miseria. No trabajaban el campo, sino que éste espontáneamente les ofrecía abundantes y extraordinarios frutos. La vejez nunca les llegaba, sino que siempre la vitalidad movía sus brazos y sus piernas. Y cuando morían, parecía que quedaban sumidos en un sueño apacible. Eran muy queridos por los dioses. 
Después, los dioses olímpicos crearon una segunda generación, muy diferente a la anterior: los hombres de plata. No podían compararse a los hombres dorados ni en aspecto ni en inteligencia. Durante cien años los niños permanecían en su hogar sumidos en una vida completamente infantil, y cuando llegaban a la juventud, vivían poco tiempo y su vida estaba llena de sufrimientos y penalidades, de las que no sabían salir a causa de su ignorancia. 
Zeus creó después una tercera estirpe de hombres de bronce, nacida de los fresnos, muy fuerte y vigorosa, pero que sólo se interesarán por los asuntos y luchas de Ares, dios de las batallas. Su corazón era tan duro como el metal; de bronce eran sus armas, de bronce sus casas y con el bronce trabajaban. También ellos perecieron, víctimas del bronce y marcharon a la mansión infernal de Hades. 
Y luego, desde que la tierra sepultó aquella generación, Zeus creó una cuarta más justa y llena de virtudes; el linaje de los héroes, llamados semidioses; hombres de noble origen que nos precedió sobre la ilimitada tierra. 
Y a continuación, yo mismo hubiera preferido no pertenecer a los hombres de la quinta generación, sino haber muerto antes o haber nacido después. Existe ahora una generación de hierro, que durante el día vive entre fatigas y miserias, y durante la noche se consume. Los dioses procurarán a esta estirpe inquietudes y preocupaciones; sin embargo, también vivirán alegrías mezcladas con sus males.
 Zeus destruirá este linaje cuando los hombres, en el mismo momento de su nacimiento, tengan ya el cabello encanecido. Cuando los padres no se parecerán a sus hijos, ni los hijos a sus padres; cuando el amigo no apreciará al amigo ni se querrá a un hermano como antes; cuando se despreciará a los padres en el momento de la vejez, se les insultará y se les negará el sustento. Entonces la justicia residirá en la fuerza y no en la honradez; la envidia y la murmuración serán la guía de los hombres(...) a éstos sólo le quedará el sufrimiento y ya no habrá remedio para su mal”. 

Los hombres vivían sin mujer. Salían de la tierra como los cereales. No conocían ni el cansancio, ni la vejez, ni el sufrimiento. Desaparecían jóvenes en una calma perfecta, como durante un sueño. Sin embargo, las cosas tenían que cambiar. Hesíodo en su obra “ Los trabajos y los días” nos habla también del nacimiento de la primera mujer: Pandora. 
“ Zeus mandó al muy ilustre Hefesto mezclar inmediatamente tierra con agua, infundir voz y vigor humano y crear una hermosa y apetecible figura de muchacha semejante en apariencia a una diosa inmortal. Por otra parte, encargó a Atenea enseñar sus labores, a tejer la tela de finos encajes; a Afrodita, verter en su cabeza sus dorados encantos: Una irresistible sensualidad y los halagos cautivadores. Además, a Hermes ordenó infundirle un espíritu cínico y un comportamiento hábil. 
Así dijo, y aquellos obedecieron al soberano Zeus Crónida. Y al punto, el ilustre patizambo modeló la tierra algo semejante a una casta doncella por voluntad del Crónida. La diosa Atenea, de ojos de lechuza, la ciño y la adornó. Las divinas Gracias y la augusta Persuasión le colocaron collares dorados alrededor del cuello. Las Horas de hermosos cabellos la ciñeron alrededor de su cabeza una corona de flores de primavera. (...). El mensajero de los dioses le infundió la voz y puso a esta mujer el nombre de Pandora, porque todos los que ocupan las mansiones olímpicas le otorgaron un regalo, desgracia para los hombres comedores de pan”. 

La historia de Pandora prosigue. Cuanta la mitología que Zeus entregó a Pandora a Epimeteo, el hermano de Prometeo. Este ya había avisado a su hermano que no aceptara ningún regalo de Zeus. Sin embargo, Pandora es demasiado bella y éste la recibe como un regalo del cielo. Con Pandora llega un caja, una tinaja misteriosa, que no debe ser abierta. Sin embargo, Pandora, devorada por la curiosidad, levanta la tapa. Entonces salen todos los males y se dispersan por el mundo, mezclándose con los bienes sin que puedan distinguirse los unos de los otros. Sufrimientos y enfermedades, vejez y muerte, mentiras, robos y crímenes se propagan por la naturaleza y por cada uno de los hombres. 

Pandora asustada por esta irrupción de maleficios, vuelve a poner la tapa: la tinaja está medio vacía: Todo lo que es cruel, violento y rápido ha salido. Sólo queda, en el fondo, algo pequeño que no ocupa mucho sitio, que es tranquilo y seguro: la esperanza. 
Pandora resume en sí misma las contradicciones del todo ser humano. 
El papel de la mujer en la historia griega 

Tradicionalmente se ha dicho que en los orígenes de la civilización griega la mujer tuvo un papel fundamental. En la civilización cretense o minoica parece que la posición femenina es más libre que en la sociedad griega posterior. 

En la época micénica existía una clara diferenciación entre las labores profesionales de hombre y mujeres, aunque las únicas privilegiadas parece que fueron las sacerdotisas. 

Las teorías de que en la antigüedad griega existieran matriarcados ( gobiernos de mujeres o bien sociedades donde la mujer tenía un papel preponderante sobre el marido) se basan en mitos como las de las Amazonas y las Lemnias. 

Las Amazonas eran mujeres guerreras que mantenían relaciones sólo con extranjeros. Los hombres sólo existían como esclavos y los hijos al nacer, si eran varones, eran matados o cegados, mientras que a las niñas se les cortaban un pecho para que pudieran disparar sin ningún problema las flechas, de ahí su nombre ( amazona significa en griego, sin pecho). 

Eran consideradas hijas de Ares. Vivían junto a la orilla del río Termodonte. Según las leyendas se revestían de hierro y fueron las primeras que montaron en caballos. Algunos autores griegos las definían de la siguiente forma. “ eran consideradas más bien como varones por su valor que como hembras por su sexo; pues, con respecto a los varones, parecía mayor la superioridad de sus espíritus que la inferioridad de su apariencia”. 

Las Lemnias, por su parte, serán las mujeres que vivían en la isla griega de Lemnos. Éstas, por haber ofendido a Afrodita, fueron castigadas a desprender un terrible olor y, por consiguiente, rechazadas por sus esposos, que se refugiaron en brazos de sus esclavas tracias. En venganza , las Lemnias degollaron a todos los hombres y la isla en la que vivían quedó gobernada por ellos. Todo acabó con la llegada de un héroe, Jasón conjuntamente con sus Argonautas, puesto que Jasón se casará con la reina y el castigo del mal olor desapareció. 

En ambos casos, el gobierno femenino se produce ante la ausencia absoluta por parte del sexo masculino. Podría pensarse que más que representar un posible matriarcado antiguo, estos mitos demostrarían todo lo contrario: el gobierno de la mujer no es posible ni lógico. 

La vida de una griega clásica 
La mujer nunca participaba en las reuniones con los amigos de la familia y llevó siempre una vida muy modesta. Por ejemplo, para un ateniense de época clásica la misión femenina en la vida se centraba en unas cuantas funciones: parir hijos, cuidarlos durante los primeros años, gobernar la casa gastando lo menos posible y mantenerla en orden. Toda esta tarea debía desempeñarla una mujer que vivía encerrada en su gineceo, es decir, en la parte destinada para el sector femenino de la casa., alejada de los intereses particulares , políticos y civiles de su marido. 
La mujer desde la llegada de los dorios irá perdiendo la importancia que tuvo en las sociedades minoica y micénica. Carecía de derechos políticos y jurídicos. De su madre o su abuela aprendía las labores de cocina, hilado o tejido. Tenía un tutor legal que era su padre o en defecto su hermano, abuelo o persona designada a tal efecto. El tutor era el encargado de buscarle marido y decidía su futuro. Como ejemplo estos preceptos para el matrimonio:
“La mujer debe hablar sólo con el marido y por boca del marido y no debe de lamentarse...” Plutarco, Preceptos conyugales,32. 
La ley ateniense prohibía el celibato; esta ley no se cumplía siempre, aunque aquel que se quedara soltero veía disminuidos sus derechos políticos. El hombre se casaba lo más tarde posible, pero para las mujeres la edad aconsejada para contraer matrimonio era la de quince años. 
Un texto de Hesíodo de su obra los trabajos y los días dice lo siguiente: “Cásate aproximadamente a los treinta años de edad, pues éste es el mejor momento. La mujer deberá casarse a los quine años. Es conveniente que sea joven, para que puedas habituarla a las buenas costumbres...”. 
La mujer ateniense vivía más recluida que las espartanas, ya que en esta última ciudad podía llegar incluso a ser mujeres de negocios. Además las mujeres no podían recibir testamento alguno, ya que únicamente testaba el ciudadano varón. 
El papel de la mujer en el matrimonio 
La familia era la base de la sociedad griega. En toda Grecia fueron muy rigurosas las leyes que regulaban el matrimonio. El matrimonio entre consanguíneos, ascendientes o descendientes, no era legal; y además, atraía el castigo de los dioses. Los hijos podían casarse cuando alcanzaban la pubertad, a los doce o trece años, pero lo normal era hacerlo a los dieciocho o veinte años. Hesíodo, como ya hemos señalado, aconsejaba contraer matrimonio a los treinta años con una mujer de dieciséis. 

En los primeros tiempos del mundo griego, el matrimonio se realizaba mediante la compra pero ya en época homérica se efectuaba un intercambio de bienes entre esposo y esposa. El matrimonio era un acuerdo oral de casamiento entre el pretendiente y la joven. En un acto solemne se intercambiaban apretones de manos y frases rituales. La dote era importante y siempre la aportaba la mujer, diferenciándose así el matrimonio legítimo del concubinato. 
El proceso de la ceremonia tenía diversas partes. En primer lugar estaba la ceremonia de la promesa en la que, siempre ante testigos, se fijaba la cuantía de la dote. 
En segundo lugar, tenía lugar la ceremonia de boda a la que se le daba una enorme publicidad, pues, al no existir registros, sólo el testimonio de los asistentes daba validez a una boda. Esta duraba unos tres días. 
La ceremonia se desarrollaría ante el altar doméstico. La elección de la pareja la hacía el novio siguiendo los consejos de su padre que buscaba más la dote y la clase social que las cualidades de la novia. Los griegos, supersticiosos, preferían casarse en invierno y en los días de luna llena. 
Las ceremonias comenzaban la víspera de la boda, cuando la novia ofrecía un sacrificio a las divinidades protectoras del matrimonio: Zeus (como dios principal) Hera ( como diosa protectora de la mujer casada) a Artemis ( como diosa símbolo de la virginidad) , y a Ilítía , protectora de los partos. En el primer día de boda la mujer consagraba a Artemis sus juguetes y objetos que la habían rodeado en su niñez. 
  “ Antes de desposarse, la joven Timartea te consagro a tí, Ártemis, los tamborcillos, la pelota, la redecilla con la que recogía su cabello, sus muñecos y sus vestidos de lana. Tu Ártemis, hija de Latona, protege a esta piadosa joven.” Antología Palatina, VI, 280. 
Tras esto, unas amigas le preparaban un baño purificador. El segundo día, el día de la boda, se decoraban las casas de los novios con hojas de olivo y laurel, se hacía un sacrificio y se celebraba la comida nupcial en casa de los padres de la desposada. La novia iba vestida de blanco, con el rostro velado y la cabeza cubierta de una corona. La novia, en Atenas, estaba obligada a llevar en sus manos una parrilla y un cedazo, símbolos de su obligación de trabajar. En el banquete los hombres estaban separados de las mujeres. Terminado el banquete, al anochecer, un cortejo acompañaba a la desposada a su nueva residencia o a la casa del esposo. En la puerta del nuevo domicilio les esperaban los padres del novio, sus suegros. El suegro, que llevaba una corona de mirto, y la suegra, portadora de una antorcha. Los suegros la conducían al fuego sagrado que honraba a la divinidad doméstica. Los padres del esposo echaban sobre la desposada nueces, higos secos y les ofrecía parte del pastel nupcial hecho con sésamo, miel un membrillo, todos estos productos eran símbolos de la fertilidad, además de echarle una moneda y un dátil. . 
El día terminaba cuando la pareja entraba en el tálamo nupcial y posiblemente entonces la novia se quitara el velo. La puerta de la habitación quedaba cerrada y custodiada por un amigo del novio, mientras que los demás asistentes a la boda cantaban y alborotaban para ahuyentar a los malos espíritus. 
Al tercer día, a la mañana siguiente, los padres de la desposada llevaban a los recién casados los presentes y la dote. Las bodas solían celebrarse en invierno. El mes griego, que se corresponde con nuestro enero, se llamaba Gamelion, esto es, el mes de las bodas. 
Las familias no eran prolíficas, debía a varias razones. En primer lugar, el esposo solía tener relaciones extramatrimoniales, y en segundo lugar, porque estaba permitido el aborto y el abandono de los hijos. Por el contra, se permitía la adopción. El marido debía repudiar a su mujer en caso de adulterio, pues de no hacerlo podía perder sus derechos civiles, o de esterilidad, reintegrando en este caso la dote, volviendo mujer y dote a la casa de su padre o tutor. En cambio, la mujer no podía separarse del esposo sin una resolución judicial, salvo aquella esposa que recibiera malos tratos físicos podía pedir la separación ante el arconte siempre que los malos tratos estuviesen avalados por testigos. 

Lee este contrato de matrimonio entre griegos 
“ Filisco, hijo de Apolonio, persona cabal del estamento militar, reconoce a Apolonia, también llamada Kelautis, hija de Heráclides, una persona cabal, con su hermano Apolonio actuando como tutor, que él ha recibido de ella, en moneda de cobre, la suma de dos talentos y cuatrocientos dracmas como dote que ha sido acordada en nombre de la misma Apolonia. Apolonia está conforme en vivir con Filisco bajo su autoridad, como es propio de una esposa respecto a su marido, poseyendo con él la propiedad que ellos tienen en común. Filisco, cuando esté en casa y cuando esté fuera, tiene que atenderla en toda necesidad y con un manto y otros bienes habituales a una esposa en un nivel adecuado a sus medios, y a Filisco no se le permite traer a casa otra esposa además de Apolonia, una concubina”. Papiro de Tebtunis. 
Con el matrimonio la mujer pasaba de la tutela de su padre a la de su marido. Transcurridos unos días el marido ofrecía un banquete a los miembros de su fratría, en la que tenían que ser admitidos sus hijos varones. 
Cuando nacía un varón se colocaba un ramo de olivo sobre la puerta y si era una niña una banda de lana. Después de nacer el niño era envuelto en pañales y se les dejaba dormir en una cesta de mimbre, mientras le acunaba o cantaba canciones. Cinco días después del nacimiento se celebraba una fiesta familiar, la anfidromia, que consistía en levantar al bebé ante los demás en señal de reconocimiento, se le echaba agua purificadora, y se realizaba un banquete familiar. Esta fiesta realmente integraba al niño en su grupo social y purificaba a la madre y a todas las que la habían ayudado en el parto. A partir de ese momento el niño era aceptado por el padre y ya no podía abandonarlo; mientras que la madre se incorporaba a las tareas domésticas. 
Estereotipos de la mujer . La moda: Vestidos, complementos y peinados. 

La moda del vestido ya existía en el mundo griego clásico. Los griegos usaban la clámide o túnica corta, el chitón o túnica larga sujeta a los hombros con broches y ceñida a la cintura, y el himation o manto que se echaba sobre el hombro. El himation era usado por hombres y mujeres. 
Las mujeres, además, utilizaban los peplos o velo muy largo que cubría el cuerpo, que dejaba al descubierto un costado y las manos y brazos libres. También usaban el chitonion o camisa sobre la piel; una larga túnica hasta los pies, el chitón ; y el manto o himation para hacer frente al frío. 

Por otro lado, las mujeres se embellecían con collares, pulseras y pendientes, aros que se colocaban en el tobillo y pantorrilla. Utilizaban también abanicos y sombrillas, que al igual que los trajes tenían colores verdes, azules, amarillos, negros, púrpura, rojos... 
Complemento del vestido para hombres y mujeres era el calzado (sandalias sujetas con correas al tobillo o semibotas de cordones para hombres que cubrían hasta el tobillo o la pantorrilla o zapatos de tacón y colores para las mujeres) y el sombrero. 

El peinado era importante para los griegos. Los atenienses se arreglaban el cabello, el bigote y la barba; y, de acuerdo con la moda, llevaban cabellos largos o semilargos, usando para ello horquillas. Por el contrario, los jóvenes espartanos, al igual que algunos esclavos llevaban el cabello rapado. 

En la Atenas Clásica las mujeres llevaban peinados muy complicados con cintas, redecillas y trenzas, aunque las esclavas solían llevar el cabello corto. Para peinarse lo hacían con peines de madera de olivo, hueso, marfil, cobre. Usaban también tintes para el pelo y se depilaban con la llama de una lámpara y navajas. También utilizaban cremas de belleza para obtener una tez blanca o rosácea; igualmente se sombreaban ojos y cejas, pintándose los labios de rojo. Se miraban en espejos de metal muy pulido. 

Los hombres usaban como adorno un anillo con sello en un dedo, mientras que las mujeres se ponían de todo, lo que más sorprendía eran los aros en los tobillos. 
La educación femenina. 
Las niñas recibían de sus madres y nodrizas una educación exclusivamente doméstica, que las preparaba sólo para la vida doméstica. En Atenas, el padre de familia educaba o mandaba educara sus hijos hasta los dieciocho años, momento en que se convertían en ciudadanos. Durante su primera infancia hasta los siete años el niño sólo se dedicaba a jugar (pelota, taba, carros de ruedas, sonajeros, muñecas articuladas de barro...). En estos momentos aprendían cuentos como los de Esopo, pasajes mitológicos, etc. 
La educación propiamente dicha se iniciaba entre los siete y los dieciocho años. Entonces el niño era confiado a un pedagogo, que le enseñaba buenos modales y lo acompañaba a casa del maestro. Cualquier persona que supiera leer y escribir podía impartir clases, pues el Estado no ejercía control alguno en la enseñanza. Las clases del maestro eran remuneradas directamente por el padre del niño. El joven recibía dos tipos de educación: la cultura del espíritu (lectura, aritmética, música...) y la física (ejercicios corporales y gimnasia). La mayoría de edad de los varones suponía su acceso a la ciudadanía a los diecisiete años. 

Los griegos hacían pasar una prueba especial, la docimasia, con el fin de verificar si eran dignos ciudadanos. Entre los dieciocho y veinte años los jóvenes - los llamados efebos- debían de estar inscritos en la lista de ciudadanos. Durante estos dos años debían hacer una especie de servicio militar (patrullar, hacer guardias y jurar combatir valientemente y obedecer las leyes). 
La situación de la mujer espartana parece ser mejor. Pasaban por dos etapas: la etapa inicial consagrada a Ártemis, la diosa virgen, en la que la mujer es una niña, y la adulta, en la que la mujer ya puede casarse y está consagrada a Helena.

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